
¿Quién es ella?
Aurélie es ceramista. En su pequeña casa a las puertas de París, ha instalado en la planta baja su taller: del suelo al techo, tazones con patas dialogan con tazas con cabezas, platos planos conversan con máscaras de porcelana. Un ambiente rústico y onírico al mismo tiempo, a imagen de la dueña del lugar. Un encuentro en tierra poética.
¿Puedes hablarnos de la transmisión?
Fue mi madre quién me transmitió el virus de la cerámica. Yo también doy cursos en mi taller. Me gusta ese tiempo compartido en torno a la creatividad. Es gratificante aprender, transmitir, enseñar al alumno los elementos fundamentales que después le aportarán el placer de crear.
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¿Por qué la cerámica?
Mi madre trabajaba la cerámica. Y, aunque nunca la vi directamente, siempre hemos tenido en casa vajillas hechas a mano. Eso me marcó. La cerámica significa para mí volver a lo concreto, frente a lo virtual y lo digital. También significa un punto de encuentro, que se alimenta de la vida diaria, de los viajes o del arte. Es una disciplina extremadamente rica: se aprende toda la vida.
La cerámica es una profesión tradicionalmente masculina...
Es verdad que la mayoría de los ceramistas conocidos son hombres. Pero muchas mujeres se apuntan a clases y se lanzan. Quizá los hombres se orienten más hacia el torneado, más técnico, mientras que las mujeres prefieran el modelado, las huellas que quedan en el material tras el paso de las manos.
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¿Cómo se consigue el equilibrio personal y profesional cuando se es madre de familia y directora de empresa?
Haciendo malabarismos. No siempre es fácil. Hay que ser flexible con los horarios: yo he querido trabajar en casa para estar con mis hijos, pero para esto, hay que estar dispuesto a trabajar por la noche, o en horarios diferentes a los otros trabajadores. Los niños así se vuelven más independientes. La frontera entre la vida privada y la profesional tiende a borrarse, y a veces se superpone.
Tu estilo en pocas palabras:
Puedo ser un poco hippy, a veces rockera. Adoro los materiales bellos, el lino y la lana. No soy demasiado sofisticada, no me gustan las cursilerías. Me encantan los vestidos tanto como los jeans que han vivido lo suyo. Me gustan los monos, las faldas amplias y las cortas... De hecho, ¡me gusta todo!
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Interview
Conozca a Aurélie Dorard
¿QUIÉN ES ELLA? /
HÁBLANOS DE TU PROFESIÓN /
LA MODA, ¿UNA HISTORIA DE FAMILIA? /
¿Quién es ella?
Aurélie es ceramista. En su pequeña casa a las puertas de París, ha instalado en la planta baja su taller: del suelo al techo, tazones con patas dialogan con tazas con cabezas, platos planos conversan con máscaras de porcelana. Un ambiente rústico y onírico al mismo tiempo, a imagen de la dueña del lugar. Un encuentro en tierra poética.
¿Por qué la cerámica?
Mi madre trabajaba la cerámica. Y, aunque nunca la vi directamente, siempre hemos tenido en casa vajillas hechas a mano. Eso me marcó. La cerámica significa para mí volver a lo concreto, frente a lo virtual y lo digital. También significa un punto de encuentro, que se alimenta de la vida diaria, de los viajes o del arte. Es una disciplina extremadamente rica: se aprende toda la vida.
¿Puedes hablarnos de la transmisión?
Fue mi madre quién me transmitió el virus de la cerámica. Yo también doy cursos en mi taller. Me gusta ese tiempo compartido en torno a la creatividad. Es gratificante aprender, transmitir, enseñar al alumno los elementos fundamentales que después le aportarán el placer de crear.
La cerámica es una profesión tradicionalmente masculina...
Es verdad que la mayoría de los ceramistas conocidos son hombres. Pero muchas mujeres se apuntan a clases y se lanzan. Quizá los hombres se orienten más hacia el torneado, más técnico, mientras que las mujeres prefieran el modelado, las huellas que quedan en el material tras el paso de las manos.
¿Cómo se consigue el equilibrio personal y profesional cuando se es madre de familia y directora de empresa?
Haciendo malabarismos. No siempre es fácil. Hay que ser flexible con los horarios: yo he querido trabajar en casa para estar con mis hijos, pero para esto, hay que estar dispuesto a trabajar por la noche, o en horarios diferentes a los otros trabajadores. Los niños así se vuelven más independientes. La frontera entre la vida privada y la profesional tiende a borrarse, y a veces se superpone.
Tu estilo en pocas palabras:
Puedo ser un poco hippy, a veces rockera. Adoro los materiales bellos, el lino y la lana. No soy demasiado sofisticada, no me gustan las cursilerías. Me encantan los vestidos tanto como los jeans que han vivido lo suyo. Me gustan los monos, las faldas amplias y las cortas... De hecho, ¡me gusta todo!
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